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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


6 de enero de 2012

YO TAMBIÉN QUIERO VOLVER A TENER 6 AÑOS

Por medio de la presente manifiesto mi renuncia irrevocable a ser un adulto.

He decidido aceptar la responsabilidad de tener 6 años nuevamente.

Quiero ir a McDonald’s y pensar que es un restaurante de 5 estrellas.
Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras en el agua.
Quiero pensar en que los dulces son mejores que el dinero, pues se pueden comer.
Quiero tener un receso y pintar con acuarelas.
Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme como luce mi cabello.
Quiero tener alguien que me arregle y me planche la ropa.
Quiero tomar baños y dormir 10 horas todas las noches.
Quiero abrazar a mis padres todos los días y enjuagar mis lágrimas en sus hombros.
Quiero regresar a los tiempos en que la vida era simple.
Cuando todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas, y eso no me molestaba, porque no sabía que no sabía y no me preocupaba por no saber.
Con todo lo que sabía era feliz, porque no sabía las cosas que preocupan y molestan.
Quiero pensar que el mundo es justo.
Que todas las personas son honestas y buenas.
Quiero pensar que todo es posible...

En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado...
(debo desaprender, para aprender).
Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicio, hambre y de niños abusados.
Aprendí sobre mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, enfermedad, dolor y la muerte.
Aprendí de un mundo en el que saben matar y lo hacen.
¿Qué paso con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre, porque no entendía el concepto de la muerte, excepto cuando perdí a mi mascota, cuando pensaba que lo peor que pasaba era que cualquiera me quitara mi pelota de jugar, o me escogiera de último para ser su compañero de equipo?

Cuando no necesitaba lentes para leer.
Quiero alejarme de las complejidades de la vida y emocionarme nuevamente con las pequeñas cosas una vez más.
Quiero regresar a los días en que la música era limpia y sana.
Recuerdo cuando era inocente y pensaba que todo el mundo era feliz porque yo lo era.
Caminaría solo en la playa pensando solo en la arena entre los dedos de mis pies y la ostra más bonita que pudiera encontrar, sin preocuparme por la erosión y la contaminación.
Pasaría mis tardes subiendo árboles y montando en mi bicicleta hasta llegar al parque, sin la preocupación de que me secuestren.
No me preocupaba el tiempo, las deudas o donde iba a sacar dinero para arreglar mi coche.
Solo pensaba en lo que iba a ser cuando fuera grande, sin la preocupación de lograrlo o no.

Quiero vivir simplemente nuevamente.
No quiero que mis días sean de computadoras que se cuelgan, de la montaña de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero.
No quiero que mis días sean de facturas de médicos.
No quiero que mis días sean de chismes, enfermedades y pérdida de seres queridos.
Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, los sueños, de la imaginación.

Quiero creer en la raza humana y quiero volver a dibujar muñecos en la arena...
Quiero volver a mis 6 años.
Sería maravilloso que cada uno de nosotros pudiera vivir un poco como ese niño que llevamos dentro, y no nos dejemos arrastrar por la sociedad que nos rodea.

Si alguien conociera el autor de esta exquisita reflexión, agradecería infinitamente me lo hicieran saber a través de este medio. Sean felices.

3 de agosto de 2011

EL LEÓN Y SU ÁLTER EGO

He compartido anteriormente una reflexión acerca de los espejismos, esto es el reflejo de cada uno de nosotros en las demás personas y hoy les platico una historia del África occidental que creo que nos sucede a todos o alguna vez hemos vivido una situación similar.

En una ocasion, un león se aproximó hasta un lago de aguas tranquilas para calmar su sed y, al acercarse a las mismas, vió su rostro reflejado en ellas y dijo para sí mismo: “¡Vaya!, este lago debe ser de este león, tengo que tener mucho cuidado con él”. Atemorizado se retiro de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas.

Allí estaba otra vez el león. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió y unos minutos después volvió a intentarlo. Al ver al león de nuevo abrió las fauces amenazadoramente, pero al comprobar que el otro león hacia lo mismo sintió terror. Salió corriendo otra vez, pero era tanta su sed que lo intentó varias veces, pero siempre huía espantado. Su necesidad de agua era cada vez más intensa así que tomó finalmente la decisión de beber sucediera lo que sucediera.

Después de muchos intentos, pero ante todo la necesidad tan grande de su sed metió el hocico en el agua y así lo hizo. Y al meter al fin, la cabeza en el agua, el león desapareció. Esto da como resultado de que nos tenemos que dar cuenta si lo que estamos viendo es o no un propio reflejo de nuestra amenazadora imagen cuando en realidad no existe absolutamente nada que nos espante o el peligro que creemos en nuestra mente pueda existir. Y a todos nos ha pasado en algún momento de ver el reflejo como al león que quería beber agua. Por eso, no vaya a ser que estén viendo leones en todas las cosas que no se atreven a hacer o a lo que más le temen. Piénsenlo porque quizá lo sean ustedes mismos, viéndose reflejados con sus más profundos temores en una situación.

24 de julio de 2011

EN LA LUCHA CONTRA LA REALIDAD SOLO SE TIENE UN ARMA: LA IMAGINACIÓN

Un buen día un señor va de cacería a África y se lleva a su perro para no sentirse solo en ese lugar. Ese mismo día ya en la expedición, el perro, correteando mariposas se aleja del grupo, se pierde y comienza a vagar solo por la selva. En eso ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda velocidad. Al ver que la pantera se lo va a devorar, piensa rápido qué hacer. En eso ve un montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos. Cuando la pantera esta a punto de atacarlo, el perro le dice: “¡Ah, que rica pantera me acabo de comer! La pantera lo alcanza a escuchar y, frenando en seco, gira y sale despavorida diciendo para sí: "¿Quien sabe qué animal será ese? Me voy, no me vaya a comer a mi también.”

Un mono que estaba en un árbol cercano y que había visto y oído la escena, sale corriendo tras la pantera para contarle cómo la engañó aquel perro: ¡Qué tonta eres, esos huesos ya estaban ahí, además es tan solo un simple perro! El perro alcanza a darse cuenta del diálogo del mono y la pantera. Después que el mono le contó a la pantera la historia de lo que vió, ésta última muy enojada le dice al mono: “Súbete a mi espalda, vamos donde esta ese perro a ver quién se come a quién.” Y salen corriendo a buscarlo.

El perro ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera, y esta vez con el mono chismoso. Entonces, en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda, como si no los hubiera visto, y en cuanto la pantera está a punto de atacarlo de nuevo, el perro dice: ¡Mono inútil! Hace como media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no aparece.” Al escuchar esto la pantera, salió aterrorizada corriendo a través de la selva y se comió al mono por tratar de engañarlo.

La moraleja de esta historia es que en momentos de crisis como los que vivió el perro, la imaginación es más importante que el conocimiento, que bien lo decía Albert Einstein. Por eso debemos procurar ser más creativos como el perro, evitar ser tontos como la pantera y jamás ser tan chismosos e intrometidos como el mono, pues es a quien peor le va en la vida.