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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


5 de mayo de 2012

COMPETIDORES, YO LOS SALUDO


Parafraseando a Sam Moore Walton, un hombre de negocios y empresario estadounidense nacido en Oklahoma, conocido por haber fundado dos de las tiendas minoristas más importantes de Estados Unidos, Wal-Mart y Sam's, les comparto un par de ideas que les dedicaba a todos aquellos que querían competir imitando el ingenio y la creatividad de este gran conocedor de los negocios a nivel internacional:

Benditos sean mis competidores, quienes me hacen levantar temprano y me rinde más el día, que me obligan a ser más atentos, competente y disciplinado; aquéllos que me obligan a utilizar mi inteligencia para mejorar mis servicios.

Benditos sean mis competidores que me imponen la diligencia pues si no existieran sería una persona dedicada sólo para mí, incompetente y retrógado.

Benditos sean mis competidores que callan mis virtudes y gritan a voz en cuello mis defectos y así los puedo corregir, aquéllos que quisieran arrebasarme el lugar que tengo lo cual me obliga a ingeniármelas para conservar todo lo que poseo.

Benditos los que me hacen ver en cada cliente, un hombre al que debo servir y no explorar; lo que me da un amigo en cada uno, los que me hacen tratar humanamente a mis compañeros para que se sientan parte de mi equipo y rinden más con entusiasmo.  
  
Benditos sean mis competidores que por su persistencia me he convertido en factor de progreso y prosperidad para mi empresa.

Yo le agregaría, benditos y dichosos sean todos aquellos que nos odian y compiten contra nosotros, benditos sean nuestros imitadores, pues de ellos serán nuestros errores. Sean felices.

7 de abril de 2012

LOS SISMOS TAMBIÉN SON BENDICIONES

Les comparto: "La vida, en un segundo", una interesante reflexión respecto de los últimos movimientos telúricos.

"Cuando algo de esa naturaleza ocurre, inmediatamente traemos nuestra atención a este instante, súbitamente estamos aquí y ahora, aunque nos dé miedo, pero sabemos que está temblando en el presente, no en el pasado ni en el futuro, sino ahora.
 
Y desde ese instante la vida pasa en un segundo en la mente valorando lo importante: nuestra vida y la de nuestros seres amados. Por un segundo, también nos percatamos de que lo material pasa a otro término; que si se acaba, no importa, mientras nuestra existencia quede salvaguardada y/o las de quienes amamos.

Por un momento vivimos el desapego como experiencia verdadera. Sentimos que el corazón se nos paraliza, pero por otro lado se nos agita pensando en que podría ser el último instante y, entonces, vemos con ojos más verdaderos, más allá de la ilusión.
 
Un evento así es una invitación a despertar a la vida con nuestra conciencia cada vez más presente, más entregada al disfrute de cada instante y a dar lo mejor de nosotros en todo momento; y también a ver la clara diferencia entre el miedo real hacia algo que está ocurriendo y que pone en riesgo nuestra vida y el miedo irreal en el que mentalmente creemos, vivimos y nos sentimos atrapados y paralizados.

Son llamados a vivir desde otro punto de partida saliendo del automatismo y entrando al amor, a la conciencia del saberse vivos y sin ser poseedores realmente de nada. A reírse más, a jugar más, a dejar nuestros apegos, sobre todo al sufrimiento, a los juicios y al drama. 

A agradecer la vida que nos fue otorgada que sea como sea, es vida. Y reconocer cómo ésta nos apoya, nos sostiene y nos regala bondad y belleza, si lo queremos ver, pues también podremos darnos cuenta de la bondad y solidaridad de quienes nos rodean y que no esperábamos encontrar.

Estos eventos son regalos de conciencia, si es que estamos dispuestos a recibirlos. Como dice un aforismo de Byron Katie: “La realidad es siempre más bondadosa que la historia que contamos acerca de ella” y vernos tan vulnerados en segundo nos revela claramente cuánto del drama de nuestras vidas, y por lo que justificamos nuestras actitudes hostiles y de miedo, es realmente cierto."

A.E.

6 de enero de 2012

YO TAMBIÉN QUIERO VOLVER A TENER 6 AÑOS

Por medio de la presente manifiesto mi renuncia irrevocable a ser un adulto.

He decidido aceptar la responsabilidad de tener 6 años nuevamente.

Quiero ir a McDonald’s y pensar que es un restaurante de 5 estrellas.
Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras en el agua.
Quiero pensar en que los dulces son mejores que el dinero, pues se pueden comer.
Quiero tener un receso y pintar con acuarelas.
Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme como luce mi cabello.
Quiero tener alguien que me arregle y me planche la ropa.
Quiero tomar baños y dormir 10 horas todas las noches.
Quiero abrazar a mis padres todos los días y enjuagar mis lágrimas en sus hombros.
Quiero regresar a los tiempos en que la vida era simple.
Cuando todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas, y eso no me molestaba, porque no sabía que no sabía y no me preocupaba por no saber.
Con todo lo que sabía era feliz, porque no sabía las cosas que preocupan y molestan.
Quiero pensar que el mundo es justo.
Que todas las personas son honestas y buenas.
Quiero pensar que todo es posible...

En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado...
(debo desaprender, para aprender).
Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicio, hambre y de niños abusados.
Aprendí sobre mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, enfermedad, dolor y la muerte.
Aprendí de un mundo en el que saben matar y lo hacen.
¿Qué paso con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre, porque no entendía el concepto de la muerte, excepto cuando perdí a mi mascota, cuando pensaba que lo peor que pasaba era que cualquiera me quitara mi pelota de jugar, o me escogiera de último para ser su compañero de equipo?

Cuando no necesitaba lentes para leer.
Quiero alejarme de las complejidades de la vida y emocionarme nuevamente con las pequeñas cosas una vez más.
Quiero regresar a los días en que la música era limpia y sana.
Recuerdo cuando era inocente y pensaba que todo el mundo era feliz porque yo lo era.
Caminaría solo en la playa pensando solo en la arena entre los dedos de mis pies y la ostra más bonita que pudiera encontrar, sin preocuparme por la erosión y la contaminación.
Pasaría mis tardes subiendo árboles y montando en mi bicicleta hasta llegar al parque, sin la preocupación de que me secuestren.
No me preocupaba el tiempo, las deudas o donde iba a sacar dinero para arreglar mi coche.
Solo pensaba en lo que iba a ser cuando fuera grande, sin la preocupación de lograrlo o no.

Quiero vivir simplemente nuevamente.
No quiero que mis días sean de computadoras que se cuelgan, de la montaña de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero.
No quiero que mis días sean de facturas de médicos.
No quiero que mis días sean de chismes, enfermedades y pérdida de seres queridos.
Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, los sueños, de la imaginación.

Quiero creer en la raza humana y quiero volver a dibujar muñecos en la arena...
Quiero volver a mis 6 años.
Sería maravilloso que cada uno de nosotros pudiera vivir un poco como ese niño que llevamos dentro, y no nos dejemos arrastrar por la sociedad que nos rodea.

Si alguien conociera el autor de esta exquisita reflexión, agradecería infinitamente me lo hicieran saber a través de este medio. Sean felices.