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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


24 de julio de 2011

EN LA LUCHA CONTRA LA REALIDAD SOLO SE TIENE UN ARMA: LA IMAGINACIÓN

Un buen día un señor va de cacería a África y se lleva a su perro para no sentirse solo en ese lugar. Ese mismo día ya en la expedición, el perro, correteando mariposas se aleja del grupo, se pierde y comienza a vagar solo por la selva. En eso ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda velocidad. Al ver que la pantera se lo va a devorar, piensa rápido qué hacer. En eso ve un montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos. Cuando la pantera esta a punto de atacarlo, el perro le dice: “¡Ah, que rica pantera me acabo de comer! La pantera lo alcanza a escuchar y, frenando en seco, gira y sale despavorida diciendo para sí: "¿Quien sabe qué animal será ese? Me voy, no me vaya a comer a mi también.”

Un mono que estaba en un árbol cercano y que había visto y oído la escena, sale corriendo tras la pantera para contarle cómo la engañó aquel perro: ¡Qué tonta eres, esos huesos ya estaban ahí, además es tan solo un simple perro! El perro alcanza a darse cuenta del diálogo del mono y la pantera. Después que el mono le contó a la pantera la historia de lo que vió, ésta última muy enojada le dice al mono: “Súbete a mi espalda, vamos donde esta ese perro a ver quién se come a quién.” Y salen corriendo a buscarlo.

El perro ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera, y esta vez con el mono chismoso. Entonces, en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda, como si no los hubiera visto, y en cuanto la pantera está a punto de atacarlo de nuevo, el perro dice: ¡Mono inútil! Hace como media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no aparece.” Al escuchar esto la pantera, salió aterrorizada corriendo a través de la selva y se comió al mono por tratar de engañarlo.

La moraleja de esta historia es que en momentos de crisis como los que vivió el perro, la imaginación es más importante que el conocimiento, que bien lo decía Albert Einstein. Por eso debemos procurar ser más creativos como el perro, evitar ser tontos como la pantera y jamás ser tan chismosos e intrometidos como el mono, pues es a quien peor le va en la vida.

3 de julio de 2011

AHORA LO ENTIENDO

Pasando un par de horas en el ordenador, me encontré con una historia interesante en la red que me llevó a la reflexión durante el día y que quisiera compartirles en el blog. Siendo niño, cuenta un hombre mayor, estuve en un campamento de verano. Ahí nos enseñaban, entre otras cosas, la importancia de la buena acción que consistía en realizar todos los días actos generosos y nobles, como recoger algún papel en la calle y botarlo en la papelera, ayudar en la casa a lavar platos, cuidar la fauna y la flora, ayudar a alguna persona anciana o impedida a cruzar la calle.

Un día caminaba por una calle de la ciudad y ví a un perro tirado en plena vía sin poder moverse. Estaba herido, un auto lo había atropellado y tenía rotas las dos patas traseras, los vehículos le pasaban muy de cerca y mi temor era que lo mataran porque era imposible que él solo pudiera levantarse.

Vi allí una gran oportunidad para hacer una buena acción y detuve el tráfico, me dispuse a rescatar al perro herido y ponerlo a salvo para entablillarle las patas. Yo nunca había entablillado a nadie pero el manual que leí en el campamento de verano decía cómo hacerlo. Con mucho amor y entrega me acerqué, lo agarré pero me clavó los dientes en las manos. Inmediatamente me llevaron a la Sanidad y me inyectaron contra la rabia, aunque la rabia por la mordida no se me quitó con la vacuna.

Durante mucho tiempo no entendí porqué el perro me había mordido si yo sólo quería salvarlo y no hacerle daño, no sé que pasó y no me lo pude explicar. Yo quería ser su amigo, es más, pensaba curarlo, bañarlo, dejarlo para mí y cuidarlo mucho. Esta fue la primera decepción que sufrí por intentar hacer el bien, no lo comprendí. Que alguien haga daño al que lo maltrata es tolerable, pero que trate mal a quien lo quiera ayudar no es aceptable. Pasaron muchos años hasta que este hombre tuvo claro que el perro no lo mordió, es decir, que quien lo había mordido había sido su herida.

Esta historia, por simple que parezca para algunos, nos lleva a reflexionar que cuando alguien está mal, no tiene paz, esto es, que está herido del alma y si recibe amor o un buen trato: ¡Muerde! Pero él o ella no hunde sus dientes, quien lo hace es su herida la que los clava. Comprendámos el malestar de las personas que nos rodean. Cuando alguien te grita, te ofende, te critica o te hace daño no lo hace porque te quiere mal sino porque está herido, está herido del alma, se siente mal o algo malo está pasando por su vida. No te defiendas ni lo critiques, más bien compréndelo, acéptalo y ayúdalo. Ahora lo entiendo.