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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


28 de junio de 2011

LA CASA DE LOS MIL ESPEJOS

Hay un cuento alemán del siglo antepasado muy agradable que les quiero compartir, pues nos invita a la reflexión interna. Bien, se dice que hace tiempo en un pequeño y lejano pueblo había una casa abandonada. Cierto día, un perro buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perro subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir las escaleras se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se metió en el cuarto y para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había mil perros más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.

El perro comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perros hicieron lo mismo, posteriormente sonríó y le ladró alegremente a uno de ellos. El perro se quedó sorprendido al ver que los mil perros también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando salió del cuarto se dijo para sí mismo: ¡Qué lugar tan agradable! Voy a venir más seguido a visitarlo.

Tiempo después, otro perro callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perro al ver a los otros mil del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva, posteriormente empezó a gruñir; obviamente vió como los mil perros le ladraron también a él. Cuando este perro salió del cuarto dijo: ¡Qué lugar tan horrible es este! Nunca mas volveré a entrar allí!

Todo esto nos lleva a reflexionar que todos los rostros del mundo son espejos, debemos decidir qué rostros llevaremos por dentro y ese será el que mostrarémos. El reflejo de un gesto y acciones es lo que se proyecta hacia los demás. Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, solo se sienten con el corazón. No somos responsables de la cara que tenemos, pero sí de la cara que ponemos, de la cara que mostramos a los demás.

24 de junio de 2011

OPTIMISMO VS PESIMISMO

Se cuenta la historia de gemelos idénticos: uno lleno de optimismo que a menudo solía decir: “¡Todo está saliendo color de rosa!” y el otro, un pesimista triste y sin esperanza que continuamente esperaba que sucediera lo peor.

Los padres preocupados por los gemelos los llevaron a un psicólogo, con la esperanza de que él pudiera ayudarlos a balancear sus personalidades. El psicólogo sugirió que en el próximo cumpleaños de esos dos gemelos, los padres los pusieran en habitaciones separadas para abrir sus regalos.

Dénle al pesimista los mejores regalos que puedan comprar, cómprenle los juguetes más caros o bien lo que más desee y al optimista una caja de estiércol, sólo eso, les dijo aquél psicólogo. Los padres salieron del consultorio e hicieron caso del especialista.

Cuando miraron a hurtadillas al gemelo pesimista, que estaba llena su habitación con los mejores regalos que podían haber comprado, lo escucharon quejarse: “No me gusta el color de este juguete. ¡Apuesto a que este juego se va a romper! No me gusta jugar a este juego. ¿A quién se le ocurre darme esto? ¡No conozco a alguien que tenga estos juguetes, conozco a muchos que tienen mejores que estos que me regalaron!”

Atravesando con cuidado el pasillo de aquella casa, los padres miraron también a hurtadillas y vieron a su hijo optimista, que con alegría tiraba al aire el estiércol. Se estaba riendo y feliz mientras decía: “¡Ah, no pueden engañarme! ¡Donde hay tanto estiércol, tiene que haber un caballo!

¿Cómo estan mirando la vida hoy, amigos? ¿Cómo un accidente que está esperando por suceder, o como una bendición que está a punto de ser recibida? La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo. La gente más feliz hace lo mejor de las cosas. Que ni que.

3 de junio de 2011

CADA UNO DA LO QUE POSEE

Esta tarde de viernes les escribo para compartirles un cuento hindú, que leí hace un par de semanas pero que me ha hecho reflexionar en gran medida por acontecimientos recientes en mi vida personal, probablemente también académica.

Alguna vez una persona perversa decidió hacerle un regalo a otra muy humilde. Esta persona le caía muy mal a aquella persona perversa e irónicamente manda preparar una bandeja llena de basura y desperdicios. En presencia de todos, manda entregar el presente, que es recibido con alegría por el agasajado, que era esa persona humilde. Gentilmente, el agasajado humilde agradece y pide que lo espere un instante a quien se lo entregó, ya que le gustaria poder retribuir la gentileza. Tira la basura de la bandeja, la lava, la cubre de flores, y la devuelve con un papel, donde dice: “Cada uno da lo que posee”.

La lección de este pequeño cuento es que no debemos entristecernos con la actitud de algunas personas, no debemos perder nuestra serenidad. La rabia hace mal a la salud, el rencor daña el hígado y la tristeza envenena el corazón. Los seres humanos debemos dominar nuestras reacciones emotivas.

Sean dueños de sí mismos, no arrojen leña en el fuego de su aborrecimiento, no pierdan su calma. Piensen antes de hablar y no cedan a su impulsividad. Recuerden algo: cuando reciban un regalo como el de esta persona que recibió basura y desperdicios, cuando reciban palabras, acciones, correos electrónicos, comentarios… Recuerden que cada persona da y es capaz de dar lo que posee, nada más. Y se sentirán completamente aliviados. Si ustedes poseen cacahuate, nada más podrán dar cacahuate; si entendemos ese proceder de las personas, a eso le podemos llamar “amor”, para nosotros mismos. No hay más.