Parafraseando a Sam Moore Walton, un hombre de negocios y empresario estadounidense nacido en Oklahoma, conocido por haber fundado
dos de las tiendas minoristas más importantes de Estados Unidos, Wal-Mart y Sam's, les comparto un par de ideas que les dedicaba a todos aquellos que querían competir imitando el ingenio y la creatividad de este gran conocedor de los negocios a nivel internacional:
Benditos sean mis competidores, quienes me hacen levantar temprano y me rinde más el día,
que me obligan a ser más atentos, competente y disciplinado; aquéllos que me
obligan a utilizar mi inteligencia para mejorar mis servicios.
Benditos sean
mis competidores que me imponen la diligencia pues si no existieran sería una
persona dedicada sólo para mí, incompetente y retrógado.
Benditos sean mis
competidores que callan mis virtudes y gritan a voz en cuello mis defectos y
así los puedo corregir, aquéllos que quisieran arrebasarme el lugar que tengo
lo cual me obliga a ingeniármelas para conservar todo lo que poseo.
Benditos los que
me hacen ver en cada cliente, un hombre al que debo servir y no explorar; lo que
me da un amigo en cada uno, los que
me hacen tratar humanamente a mis compañeros para que se sientan parte de mi
equipo y rinden más con entusiasmo.
Benditos sean
mis competidores que por su persistencia me he convertido en factor de progreso
y prosperidad para mi empresa.
Yo le agregaría, benditos y dichosos sean todos aquellos que nos odian y compiten contra nosotros, benditos sean nuestros imitadores, pues de ellos serán nuestros errores. Sean felices.