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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


29 de abril de 2017

Aún queda mucho por aprender

Mario Alonso Madrigal es el autor de un libro extraordinario que lleva por nombre "Extrañando a Dina". Me gustó la historia y quiero compartir una reflexión de esta obra. 

Mi experiencia en la vida, mis aciertos y sobre todo, mis errores, me han hecho saber que aún me falta tanto por APRENDER, por ENTENDER, por CAMBIAR, por CORREGIR, por ACEPTAR y por MEJORAR tantas cosas en el Amor...
DEBO APRENDER que enamorarme no es obsesionarme ni irme a los extremos con alguien.
DEBO APRENDER a no poner toda la motivación de mi vida en sólo una persona.
DEBO ENTENDER que no se debe rogar amor y que una relación de pareja no es para vivir angustiado.
DEBO APRENDER que si pretendo tener una relación de adulto, debo comportarme como tal, con madurez.
DEBO ACEPTAR que en el amor como en cualquier otra cosa de la vida, existen los tropiezos, las caídas y los dolores, que el miedo solamente dificulta más las cosas.
DEBO APRENDER que no es bueno sobrevalorar, endiosar, ni idealizar a nadie. Porque todos somos seres humanos y no debo esperar de mi pareja más de lo esperable.
DEBO APRENDER que es bueno ser como soy, siempre y cuando eso no implique herir a quien esté conmigo.
DEBO ACEPTAR que en algunas ocasiones, es necesario pasar por un gran dolor para conocer una gran felicidad, ya que a veces el suelo del fondo es el más apto para brincar.
DEBO TENER PRESENTE que el sentir algo hoy no implica el sentirlo mañana, y así como me permito disfrutar también debo permitirme llorar, porque el dolor es parte de la vida tanto como el placer, pero eso sí, el sufrimiento siempre será opcional.
DEBO ENTENDER que la confortabilidad brindada por la rutina es engañosa, porque la realidad está en constante cambio, por eso es necesario aprender a tolerar la inseguridad natural de la vida cotidiana.
DEBO ACEPTAR que los planes pueden desaparecer en un instante, porque el futuro se mueve como él desee y no como a uno le dé la gana. Si éste me permite hacer algunas cosas sobre él, debo estar agradecido y no lamentándome por lo que no pude hacer.
DEBO MEJORAR mi amor propio…
Para que la partida de algunas personas no me haga sentir despreciado, humillado o rechazado. Para no ser sensible al abandono. Para aceptar que simplemente funcionó el tiempo necesario. Para no arrastrarme poniéndome de alfombra a los pies de nadie.
DEBO ACEPTAR que agradarle a alguien hoy no garantiza el agradarle mañana. Y eso no tiene por qué ofenderme si lo acepto…
Si acepto que a veces las personas no pueden dar más.
Si acepto que quien esté conmigo tiene derecho a no estarlo, y a que yo ya no le guste.
Si acepto que quien amo, tiene derecho a tomar sus propias decisiones, aunque a mí no me satisfagan.
DEBO RECORDAR que a veces lo bueno se obtiene esperando y presionando se arruina. Por eso es necesario tener paciencia, esperar tranquilamente y RECORDAR…
Que la impaciencia es producto de un impulso emocional, el cual tal vez pronto pasará.
Que la impaciencia asfixia a quien está conmigo.
Que la presión se puede convertir en irrespeto.
Que tomar una decisión mientras estoy impaciente es peligroso, porque estoy influido por un estado emocional extremo y pierdo toda objetividad, ahí no va mi verdad, sino mi impulso, mi compulsión, y podría hacer algo de lo que me arrepienta.
Además, si soy paciente no veré la espera como sufrimiento.
DEBO APRENDER a no ser posesivo. Que alguien se marche no es perder una pertenencia. Mi pareja no es mía, es prestada, y “su dueño”  tiene derecho a llevársela cuando desee. Y aunque “ser dueño” de alguien brinde más seguridad que tenerlo prestado, debo entender que eso es una ilusión. Aunque la crea mía, no lo es, por lo tanto…
No puedo decidir sobre la vida de quien esté conmigo.
No puedo esperar que actúe sólo de acuerdo a mis deseos.
No debo controlarle, manipularle, adueñarme de ella, ni decidir su destino.
No debo reclamarle a la vida por hacerme devolverle lo que me prestó.
Pero sobre todo… DEBO APRENDER… QUE NUNCA DEJARÉ DE APRENDER, y mientras continúo aprendiendo, debo permitirme vivir y sentir.