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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


23 de julio de 2012

EL EXTRAÑO

El extraño por Leland Edwards.

Unos pocos años después de que nací, mi Papá conoció a un extraño recién arribado a nuestro pueblito en Iowa. Desde el comienzo, Papá estuvo fascinado con este encantador recién llegado y pronto le invitó a vivir con nuestra familia.  El extraño fue rápidamente aceptado y siempre estuvo presente a partir de entonces. 
Al crecer, nunca cuestioné su lugar en mi familia. En mi joven mente, él tenía un lugar especial. Mis padres eran instructores complementarios: Mamá me enseñó a diferenciar el bien del mal, y Papá me enseñó a obedecer.  Pero el extraño… él era nuestro relator de historias. Nos mantenía hipnotizados por horas sin fin con aventuras, misterios y comedias.

Si yo quería saber cualquier cosa sobre política, historia o ciencia, él siempre sabía las respuestas sobre el pasado, comprendía el presente ¡y aún parecía capaz de predecir el futuro!  Llevó a mi familia al primer partido de grandes ligas.  Me hizo reír y me hizo llorar.  El extraño nunca dejaba de hablar, pero a Papá no pareció importarle.

Algunas veces, Mamá se levantada en silencio mientras que el resto de nosotros nos acallábamos el uno al otro para escuchar lo que él tenía que decir, y ella se iba a la cocina buscando paz y tranquilidad (me pregunto ahora si alguna vez oró para que el extraño se fuese).

Papá gobernaba nuestra casa con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sintió obligado a honrarlas. La irreverencia, por ejemplo, no se permitía en nuestro hogar… no de parte nuestra, ni de nuestros amigos ni de ninguna visita.

Nuestra visita de larga estancia, sin embargo, se salía con la suya con vulgaridades que quemaban mis oídos y hacían a mi Papá retorcerse y a mi Mamá sonrojarse. Mi Papá no permitía el beber alcohol con liberalidad. Pero el extraño nos animaba a probarlo de manera regular.

Hacía que los cigarrillos se vieran en la onda, los cigarros, varoniles y las pipas, distinguidas. Hablaba libremente (demasiado libremente) sobre el sexo. Sus comentarios eran algunas veces flagrantes, algunas veces sugestivos, y por lo general, embarazosos.

Ahora sé que mis primeros conceptos sobre las relaciones fueron fuertemente influenciados por el extraño.  Una y otra vez se opuso a los valores de mis padres y sin embargo, rara vez fue reprendido… y nunca se le pidió que se fuera.

Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con mi familia. Halló su lugar entre nosotros y ya no es tan fascinante como al comienzo. Todavía, si pudiesen entrar a la casa de mis padres hoy, lo hallarían sentado en su esquina, esperando a alguien para hablarle y observarle dibujar sus imágenes.

¿El nombre del extraño?  Le llamamos “Televisión”.

Ahora tiene una esposa… y a ella la llamamos “Computadora”.

Tiene cuatro Hijos y se llaman: Ipod, Laptop,Celular y MP3.


12 de julio de 2012

DECÁLOGO DEL ABOGADO

Decálogo del Abogado por Eduardo J. Couture

I. Estudia. El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serán cada día un poco menos Abogado.

II. Piensa, El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.
III. Trabaja. La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la Justicia.
IV. Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia.
V. Sé leal. Leal como tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando el sea desleal contigo, Leal para con el Juez que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tu le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.
VI. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.
VII. Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
VIII. Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho, en la Paz como substitutivo bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.
IX. Olvida. La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
X. Ama tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proporcionarle que sea Abogado.



7 de julio de 2012

¿ADIVINA QUIEN SOY?


 


¿Por qué me estás olvidando?

¿Por qué te aburres conmigo?

¿Por qué me traicionas?

Cuando no me tenías, me buscabas. Algunas veces hasta me rogabas y sufrías por mí.

Sentías celos cuando veías a otros conmigo.

Después de que me conseguiste, me dedicaste tu interés, tu tiempo, tus cuidados, y te esforzabas por mí.

Hasta acudías puntual a nuestras citas.

Yo cuido tu salud y la de tu familia, por si alguna vez se ve quebrantada.

Por mi, dispones de servicios médicos.

Yo velo por la seguridad de tí y de tu familia. Yo soy quien te proporciona lo que necesitas.

Hasta un poco de felicidad, y aquí estoy, esperando.

Cuídame igual que antes, y recuerda: yo también puedo cansarme de esperar.

Muchos me buscan y sufren por mí. Al igual que tú lo hiciste.

Y me necesitas tanto como yo a tí.

¿Quién soy?

¿Todavía no lo sabes?

¿Ves, como tengo razón?


Soy yo, tu trabajo.