Bienvenidos


«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


1 de agosto de 2019

Instrucciones para una mejor vida

«No entiendo por qué estoy “bajoneado” si lo tengo todo para ser feliz». Esto me lo comentaba uno de mis clientes el otro día. «Debería ver las cosas de forma positiva pero no me sale». Decía otra, bajando la vista al suelo como si acabase de realizar una confesión de lo más vergonzante.

El inicio de un nuevo mes es el pretexto perfecto para compartir con ustedes algunas directrices, extraídas de un libro que acabo de leer que se llama “Cuentos con Alma” de la autora Rosario Gómez. A ver qué les parece.

I. Come sano; la alimentación es básica para una buena salud.
II. Dale a la gente más de lo que espera y hazlo con gusto.
III. Memoriza tu poema favorito.
IV. Manéjate desde la confianza, elimina la necesidad, descansa justo lo que tu cuerpo te pide.
V. Cuando digas te amo, manifiéstalo desde la verdad de tus sentimientos.
VI. Cuando digas lo siento, mira a la persona a los ojos.
VII. Mantén un noviazgo el tiempo que te permita conocerte, antes de casarte.
VIII. Cree en el amor a primera vista.
IX. Jamás te burles de los sueños de los demás.
X. Ama profunda y apasionadamente.
XI. Frente a los desacuerdos, analízate... Recuerda que para que haya guerra, se necesitan dos.
XII. Deja de juzgar, criticar destructivamente y de apuntar con el dedo.
XIII. Habla lentamente y piensa lo que dices... Recuerda que el pensamiento es energía.
XIV. Cuando alguien te haga una pregunta que no quieres responder, sonríe y siéntete a salvo.
XV. Recuerda que el más grande amor y los mayores logros involucran mayores riesgos.
XVI. Llama a tu madre y a tu abuela, por favor.
XVII. Di salud cuando escuches a alguien estornudar y ten la certeza de que por ahí está un ángel.
XVIII. Cuando sientes que pierdes, contacta con la lección que ese instante te regala.
XIX. Recuerda: respeto a ti mismo, respeto a los demás, responsabilidad para todas tus acciones.
XX. Una disputa jamás puede dañar una gran amistad.
XXI. Cuando te des cuenta de que has cometido un error, toma medidas inmediatas para corregirlo.
XXII. Sonríe cuando respondas al teléfono. Quien llama lo podrá escuchar en tu voz.
XXIII. Cásate con una persona que guste de conversar. Cuando se hagan viejos, sus habilidades de conversación serán más importantes que cualquier otra.
XXIV. Pasa algún tiempo en soledad, pero no mucho tiempo.
XXV. Abre tus brazos al cambio, sin desprenderte de tus valores ni de tus principios.
XXVI. Recuerda que el silencio es, a veces, la mejor respuesta.
XXVII. Lee más libros y ve menos televisión. Visita más museos, ve al teatro.
XXVIII. Vive una vida buena, honorable e intensa. Luego, cuando te hagas mayor y recuerdes el pasado, verás cómo la disfrutarás por segunda vez.
XXIX. Confía en Dios. Cree. Llénate de las mejores energías y pensamientos.
XXX. Una atmósfera armoniosa y amorosa en tu hogar es importante. Tú puedes crearla.
XXXI. Ante desacuerdos con tus seres queridos, céntrate en la situación presente. No traigas de vuelta el pasado.
XXXII. Lee entre líneas.
XXXIII. Comparte tu conocimiento. Venimos a sembrar, no a cosechar nada más.
XXXIV. Sé gentil y consciente con el planeta, cuídalo. Es nuestro hogar.
XXXV. Aborda el amor y la cocina con un cierto temerario abandono.
XXXVI. Jamás interrumpas cuando estás siendo halagado o insultado.
XXXVII. Ocúpate de tus propios asuntos, antes de los de otros.
XXXVIII. Cierra los ojos cuando beses, es una forma de conectar alma con alma.
XXXIX. Una vez al año, por lo menos, visita algún lugar donde nunca hayas estado.
XL. Si ganas mucho dinero, ayuda a otros mientras estés con vida. Es la mayor satisfacción que la fortuna puede dar.
XLI. Recuerda que el no conseguir lo que quieres, cuando eres congruente, tiene que ver con los planes de la perfección divina.
XLII. Aprende todas las reglas y rompe alguna sin causar daño a nadie.
XLIII. Ten presente que la mejor de las relaciones es aquella donde el amor entre dos personas es más grande que la necesidad del uno por el otro.
XLIV. Sopesa tu éxito en la medida de lo que tuviste que renunciar para obtenerlo.
XLV. Reza. Hay un poder inconmensurable en la oración. Dios siempre te escuchará.


20 de julio de 2019

Las trampas del Ego

La Universidad de Bradford en Reino Unido ha realizado diversos estudios en los que han llegado a la conclusión de que el 62% de las personas que creen tener siempre la razón, se ven afectados por el estrés y la ira, lo que afecta a su sistema inmunológico. Y además, las personas que no saben controlar su ego y defienden su opinión sin escuchar a otras personas, suelen ser fuente de conflictos con amigos, familiares, pareja o compañeros de trabajo. 

Si tú crees que es más “espiritual”, “sano” y “correcto” andar en bicicleta o utilizar el transporte público para moverse, eso está bien, pero si juzgas a alguien que conduce su auto, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que lo mejor es no ver la Televisión porque crea problemas en tu mente, eso está bien, pero si juzgas a quienes todavía la ven, entonces también estás en una trampa del ego.

Si crees que es más “espiritual” y “saludable” evitar chismes o patrañas, a los medios de comunicación y las “malas noticias” en general, pero juzgas a aquellos que leen o ven estas cosas, entonces estás en una trampa del ego.

Si ahora, también crees que es más “sano” practicar Yoga, convertirse en vegetariano, comprar solo alimentos orgánicos, comprar cristales, hacer meditación, usar ropa “hippie”, visitar templos sagrados o museos y leer libros sobre iluminación espiritual, pero enjuicias a quien no hace esto, entonces tu estás atrapado en una trampa del ego.

Estar siempre consciente para sentirte superior. La idea de que tú eres superior es la indicación más grande que te encuentras en una trampa de tus egos. El ego quiere venir a través de la puerta de atrás. No siempre por delante.

Tendrás una idea noble, cómo empezar a practicar Yoga y luego cambia, para servir al objetivo de sentirte superior a los demás. Empezarás a menospreciar a aquellos que no están siguiendo tu “camino espiritual”. Superioridad, juicio y sentencia. Estas son las trampas del ego.

¿Ustedes qué piensan? Hacer prejuicios y críticas destructivas, nunca he considerado que sean la clave del éxito, sino más bien, del propio fracaso.



8 de julio de 2019

El Maestro aparece cuando el discípulo está preparado

Siempre he considerado que existe una gran diferencia entre ser un "Maestro" y ser un "Profesor". Mientras el profesor comparte sus conocimientos con los alumnos, el Maestro forma discípulos. Y cuando el discípulo está preparado, aparece el Maestro. ¿A qué me refiero? Cuando estás preparado para avanzar en la vida o para lograr un cambio, subir un escalón, es entonces cuando aparece el "Maestro". Y puede ser una circunstancia o una situación, un accidente, una pérdida o cualquier otra cosa.

Para escribir esto, me he basado en algunas obras de San Francisco de Asís (San Francesco d’Assisi), Lao-Tse (
老子) y Wayne Dyer. Por lo tanto, esto que quiero compartir se funda en la filosofía oriental y la occidental.

Sé siempre un discípulo, permanece dispuesto a aprender de todos y cada uno. Como alumno, sabes que todos y todo pueden de algún modo ser tus maestros. Pero como un discípulo, significa que puedes tener espacio para un nuevo conocimiento, ansías lo que todos y todo pueden ofrecerte. Cuando sepas de corazón que cada persona que encuentras en la vida tiene algo que enseñarte, podrás aprovechar al máximo lo que esta vida te ofrece.

Sí, puede ser una persona que no toleras, que no soportas, que ni si quiera puedes ver. Ése puede llegar a ser tu más grande Maestro o Maestra. 
El “giro equivocado” que te lleva a un lugar nuevo e inesperado es una oportunidad para crecer. Ese supuesto accidente, cuando te perdiste, cuando no sabías cuál era la calle correcta, cuando tuviste que regresar por algo. Cuando perdiste un tren, un vuelo, un autobús o un taxi, eso, te está ayudando a crecer. Preparado significa dispuesto. Disposición genuina y auténtica. Cuando estés así de dispuesto, descubrirás a tu propio Maestro personal.

El Maestro está en todas partes. La ayuda que necesitas será facilitada por el Universo en cuanto conviertas tu preparación en disposición. En cuanto estés dispuesto, encontrarás maestros en cada rincón de tu vida, en cada segundo, en cada mirar, en un elevador, en las escaleras, en cada restaurante y en cada lugar.

El Maestro puede muy bien ser un alma experimentada dispuesta a ayudarte y guiarte hacia los milagros que buscas. Esa alma sabia ha estado siempre a tu disposición. Es tu disposición la que hace que el Maestro pueda ayudarte. Los Maestros aparecen bajo diversas formas. El tuyo puede ser una grabación que alguien ha dejado “por accidente” en tu auto, puede ser un objeto olvidado en el transporte público o que alguien deja a la puerta de tu casa, alguien con quien te cruces.

Tu Maestro puede también ser un libro o un artículo que te haya recomendado un amigo o puede ser tu asistencia a una Conferencia. Incluso, puede ser un anuncio espectacular banal que ves en la calle. El Maestro puede ser un niño que te toma de la mano y te hace una pregunta en la que tú no habías pensado hasta ese momento, y la respuesta que le das al niño es la respuesta que te das a ti mismo.

Tu Maestro puede ser invisible y aparecer en forma de un pensamiento que viene a tu mente en un momento tranquilo de contemplación, o cuando estás tomando un baño o igual puedes estar recostado en tu cama sin hacer nada y te anima a seguir una dirección determinada. Cuando tú, el discípulo o el alumno, estés preparado y dispuesto, el Maestro aparecerá. Sólo tienes que echar un vistazo alrededor, mirar con ojos nuevos y preguntarte en silencio: “¿Quién es mi Maestro?”

Los Maestros no son necesariamente personas, pueden ser cosas. En esos supuestos accidentes cotidianos que a todos nos ocurren. Tomar rutas alternas a nuestros destinos, dar la vuelta en la calle que no era la correcta, por haber subido a un piso del edificio que no era, por tomar el elevador incorrecto en los Juzgados. En fin, todos estos supuestos accidentes traen consigo a profundos Maestros o enormes enseñanzas, como lo quieras ver.

El Maestro hace su aparición en todo y en todos cuantos lugares te encuentras. No existen en realidad los accidentes. El Universo tiene un propósito. Si el Maestro estaba allí y tú lo has pasado por alto, ello formaba parte de la perfección en ese momento en concreto.

El Maestro estaba allí antes que tú, pero no estaba allí para ti. Aquello era entonces y esto es ahora. Hoy, cuando estás dando un propósito a tu vida y adquiriendo la capacidad de hacer aparecer milagros en tu vida, y cuando entonces estés dispuesto, reconocerás al Maestro. Reconocerás los milagros y llegarán a ti a caudales.


16 de junio de 2019

Carta a Dios


¡Hola, querido Dios!

Te escribo para saludarte y porque ahora sí tengo que surtir mi casillero, pues el "kit básico" con el que me mandaste al mundo ya se me ha ido agotando a lo largo de estos años.

Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia.
Ya me quedan muy pocas esperanzas y el frasco de fe, está también vacío. La imaginación también está escaseando por estos rumbos.

Mira, Señor. También debes saber que hay cosas del "kit" que ya no necesito, como la dependencia y esa facilidad para hacer berrinches, que tantos corajes y problemas me han ocasionado. Así que quisiera pedirte, de ser posible, unos nuevos productos.

Para empezar, amado Dios, me gustaría que rellenaras los frascos de paciencia y tolerancia, pero hasta donde ya no quepa más. Y mándame por favor el curso intensivo «Cómo ser más prudente» , volúmenes 1, 2 y 3. ¡Ah! No olvides el tomo especial sobre la Lealtad.

Envíame, Señor, también varias bolsas grandes, pero enormes, de madurez que tanta falta me hace. También quisiera un costal de sonrisas, de esas que alegran el día a cualquiera. Te pido que me mandes dos piedras grandes y pesadas para atarlas a mis pies y tenerlos siempre sobre la tierra.

Si tienes por ahí, guardada una brújula para orientarme y tomar el camino correcto, te lo agradecería infinitamente. Regálame imaginación otra vez; pero no demasiada, porque debo confesarte que en ocasiones tomé grandes cantidades y me pasé del límite.

Por favor, Dios mío, nuevas ilusiones y una triple ración de fe y esperanza también me caerían excelente para seguir adelante. Te pido una paleta de colores para pintar mi vida cuando la vea gris y oscura. Me sería muy útil un bote de basura para tirar todo lo que me hace daño.

Por favor, mándame un frasco de "merthiolate" y una cajita de curitas para sanar mi corazón, unas pequeñas raspaduras, porque ha tropezado bastante y tiene muchos raspones.
Te pido una memoria USB, quizás con una considerable capacidad de almacenamiento, porque tengo el cerebro lleno de información y necesito espacio para guardar más.

Te pido, abusando de tu bondad, muchas zanahorias para tener buena vista y no dejar pasar las oportunidades por no verlas. Necesito un reloj grande, muy grande, para que cada vez que lo vea me acuerde de que el tiempo no se detiene, corre, y no debo desperdiciarlo. ¿Podrías mandarme muchísima fuerza y seguridad en mí mismo? Sé que voy a necesitarlos para soportar los tiempos difíciles y levantarme cuando caiga.

Y Dios, si tienes dentro de tus tesoros, algún frasco de pastillas que hacen crecer la fuerza de voluntad y el empeño, mándame uno para que me vaya bien en la vida. Y te pido unas tres o cuatro toneladas de "ganas de vivir", ya sabes, para cumplir mis sueños.

Uy, ya recordé. Necesito una pluma especial con mucha tinta, para escribir todos mis logros y sobre todo mis fracasos, en el sentido de no olvidarlos y poder compartirlos. Pero más que nada, te ruego que me des mucha vida, para lograr todo lo que tengo en mente. Y el día que me vaya contigo, tenga algo bueno que llevarte y veas, Señor, que no desperdicié mi tiempo en la Tierra.

Del Amor no te hablo, porque si me concedes todos estos ingredientes para surtir mi casillero, tendré lo necesario para verlo en cada uno de mis actos. Con mi familia, mis amigos y hasta con los que no soy de su agrado. Tú nos enseñaste a perdonar y a poner la otra mejilla siempre. Lo seguiré haciendo, te lo prometo.

Señor, si alguien llega a leer esta Carta para ti, te pido que esas personas no olviden venir de vez en vez a renovar sus fuerzas contigo, a recordar lo importante que es estar en contacto, eso para mí sería valiosísimo. Gracias por lo que me puedas dar y te agradezco el doble todo lo que me mandaste la primera vez.

Amén.


31 de mayo de 2019

Sigue brillando

La falta de reconocimiento en las personas, el menosprecio a nuestro trabajo o a lo que nos dedicamos, la ausencia inclusive de cariño y gestos de ternura pueden afectar el autoestima tanto de mujeres como de hombres, haciéndolos sentir poco valiosos.

Sin embargo, que nadie haya sido tan afortunado de darse cuenta la mina de oro que tú eres, no significa que brilles menos que los demás. Que nadie haya sido lo suficientemente inteligente para darse cuenta que mereces estar en la cima, no te detiene para lograrlo.

Es más, que nadie se haya presentado aún para compartir tu vida, no significa que ese día esté lejos. Si nadie ha notado los avances en tu vida, eso no te da permiso para detenerte. Por el contrario, tienes que seguir avanzando.

Que nadie se haya dado cuenta la hermosa persona que tú eres, no significa que no seas apreciado. Que nadie haya venido a alejar la soledad con su amor, no significa que debas conformarte con lo que sea o con quien sea. Porque si nadie te ha amado con esa clase de amor que has soñado, tampoco significa que tengas que conformarte con menos. No lo mereces.

Y que aún no hayas recogido las mejores cosas de la vida, no significa que la vida sea injusta contigo. Que Dios esté pensando en una persona para ti como compañero o compañera de vida, no significa que tú no seas ya ideal.

Solo porque tu situación no parece estar progresando por ahora, no significa que siempre será así. Recuerda que lo mejor está por venir. Por eso, sigue soñando, sigue corriendo, sigue esperando, sigue imaginando, sigue viviendo... Sigue brillando. Sigue siendo lo que ya eres.


23 de mayo de 2019

Carta a mis alumnos

Me inicié en la docencia hace apenas unos cuantos años. Mi principal motivación para ser profesor universitario siempre ha sido el anhelo de formar a más y mejores profesionistas. Inspirar a las nuevas generaciones a sobresalir y superarse es un reto que enfrento constantemente cada semestre.

Hasta ahora, no había sido invitado a impartir una clase a un grupo de estudiantes que no fueran formalmente mis alumnos. Ya había tenido el honor de impartir conferencias, tratar con estudiantes de los últimos semestres de la Carrera de Derecho y asesorar grupos de estudio; sin embargo, tuve la experiencia de dirigirme a un grupo de primera generación, es decir, del primer año de la licenciatura.

Ocurrió este semestre. Me invitaron a dar una clase de Derecho Marítimo después de la semana santa. Como la mayoría de los alumnos había viajado, todos estaban ansiosos por contar las novedades a los compañeros y la emoción era general. E
ntré al salón de clases e inmediatamente percibí que tendría dificultad para conseguir silencio. Con gran dosis de paciencia intenté comenzar la clase. ¿Creen que se callaron? Por supuesto que no.
Con cierto respeto, les volví a pedir silencio educadamente. No resultó, ignoraron la solicitud y continuaron firmes con la conversación. Ahí fue cuando perdí la paciencia y los reté.

«Presten atención porque voy a decir esto una sola vez, compañeros», les dije, levantando un poco la voz.

Un silencio de culpa se instaló en todo el aula de clases. Y continué:«Desde que comencé a estudiar la Carrera, hace ya algunos años, descubrí que los profesores trabajan con el cinco por ciento de los alumnos de una clase. En todos estos años, como alumno y ahora como profesor, he observado que de cada cien alumnos, apenas cinco son realmente aquellos que hacen alguna diferencia en el futuro, apenas cinco se vuelven profesionales brillantes y contribuyen de forma significativa a mejorar la calidad de vida de las personas...»

«EL otro noventa y cinco por ciento sirve solo para hacer volumen. Son mediocres y pasan por la vida sin dejar nada útil. Lo interesante es que este porcentaje vale para todo el mundo. Si ustedes prestan atención notarán que de cien profesores, apenas cinco son aquellos que hacen la diferencia; de cien médicos, apenas cinco son excelentes; de cien abogados, apenas cinco son verdaderos profesionales; y podría generalizar más. De cien personas, apenas cinco son verdaderamente especiales.»

Todos me miraron con sorpresa y a su vez, tenía su atención. Y seguí.

«Es una pena muy grande no tener como separar este cinco por ciento del resto, pues si eso fuera posible, como su profesor, dejaría apenas los alumnos especiales en este salón y mandaría a los demás afuera; entonces tendría el silencio necesario para dar una buena clase y dormiría tranquilo sabiendo que he invertido en los mejores. Pero desgraciadamente no hay cómo saber cuáles de ustedes son esos alumnos. Solo el tiempo es capaz de mostrar eso. Por lo tanto, tendré que conformarme e intentar dar una buena clase para los alumnos especiales, a pesar del desorden hecho por el resto. Claro que cada uno de ustedes siempre puede elegir a cuál grupo quiere pertenecer. Gracias por su amable atención, iniciemos esta clase, por favor».

No sería preciso decir el silencio que hubo en el grupo y el nivel de atención que conseguí después de aquel discurso. El reto les tocó a todos, pues según supe por el titular del grupo, el curso tuvo un comportamiento ejemplar en todas las clases durante todo el semestre. A fin de cuentas, ¿a quién le gustaría ser clasificado como "parte del montón"?

Puede que yo ni si quiera sea un profesor de ese cinco por ciento que hacen la diferencia, como les dije a los alumnos, aún me falta muchísimo por aprender también a mí. Pero de algo sí estoy convencido: he hecho todo para estar en el grupo del cinco por ciento, pero, como bien se los digo a mis alumnos cada semestre, no hay cómo saber si vamos por buen camino o no, solo el tiempo dirá a qué grupo pertenecemos.

Sin embargo, una cosa es cierta: si no intentamos ser especiales en todo lo que hacemos, si no intentamos hacer todo lo mejor posible, seguramente seremos uno más del montón.



19 de mayo de 2019

Ser el número 1

La responsabilidad de llevar adelante un proyecto no se presenta como una tarea fácil. Las variables que hay que dominar son cada vez más numerosas y a la vez más complejas.

Ganar no es algo momentáneo, es algo permanente. Uno no gana de vez en cuando, uno no hace las cosas bien a veces, uno hace las cosas bien siempre. Ganar es un hábito y, lamentablemente, también perder. 

No hay cabida para un segundo lugar. En mi experiencia, sólo existe un lugar: el primero. He terminado en segundo lugar e inclusive tercer lugar un par de veces, y no quiero volver a terminar en segundo o tercer lugar nunca más. Hay un juego para el segundo lugar, pero es un juego de perdedores, jugado por perdedores. En las competencias, los participantes siempre han mostrado entusiasmo por ser el primero en todo, y por ganar, y ganar, y ganar.

Cada vez que un jugador de fútbol, por ejemplo, ingresa a la cancha, tiene que jugar poniendo todo el cuerpo: desde la planta de los pies hasta la cabeza. Interviene cada parte del cuerpo. Algunos juegan con la cabeza, y está bien. Uno debe ser inteligente para ser el primero en cualquier actividad a la que se dedique. Pero lo más importante es que debemos jugar con el corazón, con cada fibra del cuerpo. Si uno tiene la suerte de encontrarse con alguien que use la cabeza y el corazón, esa persona nunca va a salir en segundo lugar. 

Hice la analogía con un juego de fútbol, pero estar a cargo de un equipo deportivo no se diferencia en nada de dirigir cualquier otra clase de organización, ya sea, un ejército, un partido político o una empresa, inclusive una Firma Legal.

Los principios son los mismos. La mira está puesta en ganar, en derrotar al contrario. Tal vez suene duro o cruel. Yo creo que no. Es una realidad que el hombre es competitivo por naturaleza, y que en esas competencias en la vida, intervienen los hombres que más compiten, y es por eso que están allí: para competir. Una vez que ingresan al juego de la vida, deben conocer las reglas, los objetivos. El propósito es ganar limpiamente, como es debido y siguiendo las reglas, pero ganar.

A decir verdad, nunca he conocido a alguien respetado por su trabajo que, a la larga, en lo más profundo de su corazón, no aprecie el trabajo intenso, la disciplina, la constancia y sus recompensas. 

No digo esto porque crea en la "naturaleza bruta" del hombre o en que el hombre tenga que ser una persona insensible para competir. Creo en Dios y en la decencia del ser humano.

Sin embargo, también creo firmemente que la hora más preciada de cualquier hombre el mayor logro de todo aquello que considera importante es cuando, después de haber trabajado hasta el cansancio por una buena causa, se recuesta en el campo de batalla, agotado y victorioso.




6 de mayo de 2019

Los anteojos y la nariz

Una vez, un hombre se dio cuenta que no veía muy bien, no solo al querer leer, sino al caminar por la calle; las caras de las personas las veía borrosas, a veces, incluso se sentía mareado. 

Por ese motivo decidió ir con un oculista. El médico le recetó un par de anteojos, que por el aumento que tenían, eran un tanto cuanto pesados. Al poco tiempo de usarlos, la nariz empezó a protestar: "¡Eh, estos anteojos son muy pesados, me molestan! ¿Por qué tengo que aguantarlos yo, si yo funciono bien?"

Los ojos le respondieron: "Ten paciencia, es que no vemos bien y dependemos de ti para que sostengas los lentes". "No, no estoy de acuerdo, arréglenselas como puedan, a mí esto me molesta y no es mi culpa", volvió a protestar la nariz.

"¡No te quejes tanto, que nosotros también lo sostenemos y no armamos semejante lío!", gritaron las orejas, cansadas de escuchar a la quejumbrosa nariz. 

Sin embargo, la nariz no hizo caso a las razones ni súplicas de los ojos, y disimuladamente comenzó a respingar. Se movía de abajo para arriba, de un costado al otro, hasta que se movió de tal manera que los anteojos se cayeron al piso. Claro, en ese momento el buen hombre iba caminando y al caerse los anteojos, tropezó y cayó con todo su peso hacia adelante.

Y, ¿sabes qué se rompió? Exactamente, la nariz.

25 de abril de 2019

Fragmentos de un Evangelio Apócrifo

Alguna vez, Jorge Luis Borges, uno de mis autores favoritos, escribió algo extraordinario que quiero compartirles. A ver qué les parece. Y él escribió: «Fragmentos de un evangelio apócrifo».

  • Desdichado el pobre en espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.
  • Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.
  • Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.
  • No basta ser el último para ser alguna vez el primero.
  • Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.
  • Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a sí mismo.
  • Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.
  • Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable.
  • Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha está en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.
  • Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.
  • Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.
  • Nadie es la sal de la tierra, nadie, en algún momento de su vida, no lo es.
  • Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.
  • No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.
  • El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que él cree justa, no tiene culpa.
  • Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.
  • No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.
  • Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide…
  • No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.
  • No jures, porque todo juramento es un énfasis.
  • Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.
  • Yo no hablo de venganza ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.
  • Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.
  • Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.
  • No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y éste, de la tristeza y el tedio.
  • Piensa que los otros son justos y lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.
  • Dios es más generoso que los hombres y los medirá con otra medida.
  • Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.
  • Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar…
  • La puerta es la que elige, no el hombre.
  • No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.
  • Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena…
  • Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.
  • Felices los valientes, los que aceptan con ánimo parejo la derrota o las palmas.
  • Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán a luz a sus días.
  • Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.
  • Felices los felices.


24 de abril de 2019

Lo que vendrá, vendrá y lo acepto

Dejaré de afirmar que mi realización está en el futuro.
Es ahora cuando debo realizarme,
hacer fructificar mis potencialidades.
Seré lo que soy y no lo que los otros quieren que sea.
Lo que no soy, nunca lo seré.
Lo que en verdad soy, lo seré siempre.
No guiaré mis acciones por miedo a castigos infernales
o por codicia de premios celestiales.
Si Dios no está aquí, no está en ninguna parte.
Si yo no estoy aquí, no estoy en ninguna parte.
Si hay un más allá, no necesito saberlo ahora.
Cuando venga lo que tiene que venir,
si es algo, nada me impedirá saberlo.
Si es nada, yo también seré nada.
¿Por qué entonces angustiarme?
Aceptaré las leyes proclamadas por la colectividad,
pero en mi mente y en mi corazón
permaneceré libre de pensar y amar lo que desee.

Comprenderé asimismo, que lo que hay en el mundo
no define la esencia del mundo.

Un montón de basura en un cáliz de oro no le quita calidad,
sólo lo ensucia momentáneamente.
Hay violencia en él, egoísmo, fanatismo, pero el mundo no es eso:
a pesar de la abundancia de hechos negativos,
es un paraíso básico, un terreno que yo debo limpiar
y utilizar de forma positiva.

Extraer la basura del cáliz y en su lugar poner un diamante.
La existencia es sagrada. Y todo lo que obtenga, lo compartiré con otros.


17 de abril de 2019

Carta a mi futura esposa...

Hola, futura esposa:
Ya sea que estés leyendo esto antes de conocerme, o que te topes con esto luego de haberlo hecho, quiero que sepas unas cuantas cosas.
El motivo por el que escribo esto es porque no puedo dejar de pensar en ti, y no puedo dejar de imaginar lo feliz que seré. Toma esto como una promesa de que lo haré lo mejor que pueda para ser el mejor hombre para ti.
Puede ser que aún no sepa de todas las dificultades que vienen con un compromiso de por vida, pero he tenido suficiente experiencia en relaciones para saber lo que quiero y cómo imagino mi vida con la persona con la que me comprometeré: tú.
Los que me rodean son una fuente continua de educación e inspiración sobre cómo quiero que sea nuestra relación.
Prometo hacer mi mejor esfuerzo para hacer que brilles a diario, así que cuenta con muchas sorpresas. Tu sonrisa será mi prioridad.
Prometo que siempre te miraré con la misma adoración con la que lo hice el momento en que me di cuenta de que te amaba.
Prometo intentar encender la misma chispa que veo en tus ojos cuando estás sorprendida, inspirada, motivada o cuando te estás inclinando para besarme.
Prometo tomar tu mano cuando tengamos 80 años con la misma alegría con que lo hice cuando cruce esa línea y la tomé por primera vez. Juro nunca dejar que el estar conmigo deje de ser excitante. Te sorprenderé con el lugar, el motivo, o con la misma actividad que hagamos.
Prometo mantenerte adivinando a dónde iremos luego. Prometo hacer lo mejor que pueda para siempre ser interesante para ti. Me seguiré reinventando, buscando nuevos hobbies, nuevos conocimientos y nuevos intereses para mantenerte a ti, y a mí mismo, entretenidos.
Prometo tener nuevas historias para compartir contigo, y quizás contar las mejores nuevamente si insistes. Nuestra amistad continuará creciendo con el paso de los años.
Juro desafiarte a que te desafíes a ti misma para ser mejor. A hacerte pensar de un modo distinto. Prometo intentar alimentarme de tu energía luminosa que me inspirará a hacer lo mismo conmigo mismo. Haré lo mejor que pueda para asegurarme de que por tu mente nunca se cruce la idea de que estás aburrida.
Incluso en el dolor y oscuridad, prometo mostrarte los distintos matices de oscuridad y ayudarte a encontrar esos pequeños rayos de luz que siempre están ahí si los buscas. Después de todo, siempre hay algo peor que lo peor y mejor que lo mejor. Todo es relativo.
Prometo besarte, a lo largo de nuestra vida juntos, con la misma pasión que la primera vez que sentí tus labios en los míos. Cuando nos besemos, quiero detener el tiempo. Sólo tú y yo sumergidos en nuestros sentimientos.
Prometo esforzarme por ser un modelo a seguir para nuestros hijos. Quiero que tanto tú como ellos me vean como una fuente de motivación. Quiero inspirarlos del mismo modo en que mi padre me inspira a mí.
Prometo esforzarme y amar a tu familia tanto como tú la amas y estar de su lado tanto como lo estoy del tuyo.
Prometo escucharte siempre que necesites ser escuchada. Cuando quieras hablar sobre algo en específico o cuando quieras consejo. Incluso escucharé las cosas que intentas decirme cuando ni siquiera hablas. Prometo escucharte siempre.
Durante nuestra vida juntos, prometo asegurarme de que siempre te sientas que eres el centro del hogar. Sé que lo serás, y siempre intentaré mostrar mi agradecimiento hacia ti por ello. Ser el hombre de la casa no es nada sin la mujer.
Prometo nunca bajar la guardia en lo que se trata de cuidar de nosotros. Sé que no te sentirás satisfecha con lo mínimo.
Prometo hacer todo lo que pueda por ti sin quitarte tu independencia física, intelectual o emocional.
Prometo crear tradiciones familiares y asegurarme de que tu legado viva por siempre a través de nuestros hijos.
Prometo encapsular el momento en el que me di cuenta de que te amaba, y que daré lo mejor de mí para no dejar que ese sentimiento se disipe, y que lo reviviré constantemente, siempre.


15 de abril de 2019

Sin fecha de caducidad

Hace ya muchos años, un hombre, con una herida muy profunda, dejó de creer en el amor. Dejó de creer en la mayor energía del Universo.
Estaba separado del resto y así lo deseaba. Lo deseaba con toda el alma, por ese dolor monstruoso, que hizo partirse en dos y en miles de pedazos su corazón. Un corazón que siempre volaba libre, sin miedos, sin corazas; hasta el día que cayó por el peor precipicio. Un precipicio con un fondo lleno de estacas y brasas sedientas de fuego voraz.
No creía en el ser humano, por su maldad, su arrogancia, sus tentaciones diabólicas. Ese hombre donde algún día tuvo ilusiones, sueños y amor; de repente solo tenía oscuridad, desilusiones y temores. Miedos. Los mismos por los que algún día logró las mayores victorias, pero que finalmente sucumbió ante ese miedo. Ante la maldad de su misma raza. La peor derrota.
Se perdió. Creía y lo aceptaba, que nunca jamás volvería a encontrarse, ni a volar junto a su corazón libre. No creía en nada. Miraba a su alrededor, y solo veía amores vestidos de trajes impolutos, de las mejores marcas. Una mísera hipocresía, allá donde clavara su mirada.
Aquel hombre, empezó a “vivir”, siendo consciente que nunca jamás encontraría ese amor puro, de alma, lleno de luz. Sin fechas de caducidad. Aunque siempre, en su corazón oxidado, siempre se hallaba un resquicio de luz; pero él lo tapaba, con sus recuerdos malvados y su memoria tirana.
Iluso de él, que creía cerradas y tapiadas las puertas del amor, vio de repente, por “casualidad” a una mujer. Una mujer con sus mismos miedos, y la misma oscuridad por la que sus ojos empuñaban los pasos. Una mujer aún con ilusiones, pero con grandes desilusiones y la misma alma partida en dos.
Un encuentro como si ya estuviera planeado con antelación. Si las mismas almas se hubieran citado, mucho antes que sus miradas se cruzaran. Es posible o tal vez, que planeado incluso mucho antes de que pisaran por primera vez, con pies desnudos, la madre tierra.
El encuentro de aquél hombre y la mujer, fue el primero de muchos. El primero de algo que no tendría fin. Ambos se volvieron a desnudar, y empezaron a descubrir, que el tiempo solo era una ilusión, el miedo una barrera mental, y que el amor es y sería eterno. Por siempre.
“Las cosas más bellas de la vida, se encuentran detrás del miedo. Allí, tal vez, resida el amor. El amor eterno.”