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«No existe sabio que lo sepa todo, ni ignorante que no sepa nada».


19 de mayo de 2019

Ser el número 1

La responsabilidad de llevar adelante un proyecto no se presenta como una tarea fácil. Las variables que hay que dominar son cada vez más numerosas y a la vez más complejas.

Ganar no es algo momentáneo, es algo permanente. Uno no gana de vez en cuando, uno no hace las cosas bien a veces, uno hace las cosas bien siempre. Ganar es un hábito y, lamentablemente, también perder. 

No hay cabida para un segundo lugar. En mi experiencia, sólo existe un lugar: el primero. He terminado en segundo lugar e inclusive tercer lugar un par de veces, y no quiero volver a terminar en segundo o tercer lugar nunca más. Hay un juego para el segundo lugar, pero es un juego de perdedores, jugado por perdedores. En las competencias, los participantes siempre han mostrado entusiasmo por ser el primero en todo, y por ganar, y ganar, y ganar.

Cada vez que un jugador de fútbol, por ejemplo, ingresa a la cancha, tiene que jugar poniendo todo el cuerpo: desde la planta de los pies hasta la cabeza. Interviene cada parte del cuerpo. Algunos juegan con la cabeza, y está bien. Uno debe ser inteligente para ser el primero en cualquier actividad a la que se dedique. Pero lo más importante es que debemos jugar con el corazón, con cada fibra del cuerpo. Si uno tiene la suerte de encontrarse con alguien que use la cabeza y el corazón, esa persona nunca va a salir en segundo lugar. 

Hice la analogía con un juego de fútbol, pero estar a cargo de un equipo deportivo no se diferencia en nada de dirigir cualquier otra clase de organización, ya sea, un ejército, un partido político o una empresa, inclusive una Firma Legal.

Los principios son los mismos. La mira está puesta en ganar, en derrotar al contrario. Tal vez suene duro o cruel. Yo creo que no. Es una realidad que el hombre es competitivo por naturaleza, y que en esas competencias en la vida, intervienen los hombres que más compiten, y es por eso que están allí: para competir. Una vez que ingresan al juego de la vida, deben conocer las reglas, los objetivos. El propósito es ganar limpiamente, como es debido y siguiendo las reglas, pero ganar.

A decir verdad, nunca he conocido a alguien respetado por su trabajo que, a la larga, en lo más profundo de su corazón, no aprecie el trabajo intenso, la disciplina, la constancia y sus recompensas. 

No digo esto porque crea en la "naturaleza bruta" del hombre o en que el hombre tenga que ser una persona insensible para competir. Creo en Dios y en la decencia del ser humano.

Sin embargo, también creo firmemente que la hora más preciada de cualquier hombre el mayor logro de todo aquello que considera importante es cuando, después de haber trabajado hasta el cansancio por una buena causa, se recuesta en el campo de batalla, agotado y victorioso.




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