Hay muchas cosas que podemos olvidar, definitivamente no tenemos enormes cerebros que nos permitan almacenar tanta información que se supone, no deberíamos olvidar. Hay algunos que olvidamos tales o cuales cosas como el cumpleaños de un amigo, el número telefónico de alguien, los nombres de las personas o lugares… en fin. Si les contara que conozco a personas que se les olvida comer o vestirse. Pero algunos dirán qué tiene que ver con el aprendizaje de los seres humanos, plantearán teorías e incluso, siempre habrá quien pretenda llevarme la contra en esto que les digo, nunca faltan. Sin embargo, comienzo hablando de esto porque a mi respectiva consideración, hay al menos un par de cosas que no podemos olvidar y es precisamente nuestros valores y principios morales, que si bien algunos no olvidamos como tal, sí los hacemos a un lado, lo que nos convierte en bestias. Y me disculpo con Usted Señor León o usted Señor Elefante que se encuentra en el zoológico porque ustedes pudiendo llamarse bestias, son más respetuosos muchas veces que los hombres que no tienen valores. Los animales respetan territorios, respetan jerarquías, respetan vida, cazan y matan por instinto animal, por supervivencia y para alimentarse, no como los hombres (y las mujeres) que al perder sus valores no respetan ni eso. Pero en fin, mis amigos, quiero hablarles de cómo la autosuperación nos conduce a la genialidad.
La genialidad no es patrimonio de una raza exclusiva de personas. Estamos de acuerdo hasta aquí. ¿Se han preguntado de aquellas personas que han triunfado plenamente en sus vidas, si su espectacular éxito en su entorno es simplemente el producto de un don natural, i.e., que se haya nacido con eso? Rotundamente No. En el momento que puedan, deténganse a pensar por un par de minutos en todo individuo que conozcan (no necesariamente en persona) cuya existencia haya dejado o lo esté haciendo ahora, una huella importante, gente reconocida por un gran número de personas y que hayan aportado magníficas cosas a la humanidad. En este momento me vienen a la mente varios nombres, entre ellos, filósofos, juristas, reyes, deportistas talentosos, escritores e incluso algunos profesores que he tenido el gusto de conocer en la Facultad de Derecho de la UNAM. Pues estas personas han escogido lo que la naturaleza misma les ha dado y le han aplicado una fórmula que en mayor o menor medida ha variado un poco, pero gente como Michael Jordan, v. gr., ha llevado a la práctica.
La fórmula de la que les hablo es más o menos la siguiente: DEDICACIÓN + MEJORA DIARIA + TIEMPO = GENIALIDAD. El secreto no es pretender ser bueno en todo, como un deportista no desea ser bueno en natación, baloncesto, futbol y al mismo tiempo en el boxeo. No se trata de dispersar nuestra concentración, simplemente uno tiene que dedicarse en cuerpo y alma en aquello a lo que hemos decidido ser en la vida. Por citar un ejemplo, Thomas Alva Edison registró el increíble total de 1093 patentes a lo largo de su vida, inventó la bombilla eléctrica y el fonógrafo; en algún momento de su vida un profesor que tuvo a lo largo de su formación sostenía que era de lento aprendizaje, que no escuchaba, que no hacía caso. Edison no trató de ser un gran poeta, o un gran comerciante ni nada de eso. Se concentró en sus inventos, tuvo autosuperación, mejoró día tras día y dejo que el tiempo fuera obrando su magia.
En relación a esto, quiero compartirles la anéctoda de un señor que se llamó Pablo Picasso, que seguramente todos hemos oído hablar de este reconocido pintor y escultor español. Un día una mujer lo reconoció en la calle, en un mercado de Barcelona y sacó una hoja de papel. Se acercó a él y le dijo: Señor Picasso –muy emocinada– soy una gran admiradora suya, por favor ¿no podría hacerme un autógrafo aquí? Picasso aceptó de buena gana y en un abrir y cerrar de ojos dibujó una pequeña obra de arte en el papel. Sonrió y le entregó la hoja a la mujer diciéndole: son un millón de dólares, señora. ¡¿Qué cosa?! Señor Picasso, es usted un irresponsable. ¿Así trata a sus fanáticos? ¿Cuánto se cree usted? Yo pensé que era una persona humilde. ¿Cómo me puede estar cobrando un millón de dólares? –Respondió la contrariada mujer–. Si no ha tardado ni un minuto en dibujar esto, ¿quién se cree para cobrarme así? Mi buena señora –rió Picasso–, me ha costado el esfuerzo de treinta años poder pintar este garabato en tan sólo treinta segundos. DEDICACIÓN + MEJORA DIARIA + TIEMPO = GENIALIDAD. Comprendan, amigos míos, el alcance de esta fórmula y les aseguro que sus vidas no volverán a ser las mismas. Me cae.
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